La trágica historia de Richard Parker y el síndrome de no querer esperar tu turno en la fila.
Richard Parker, resentido por el constante robo por parte de chinos, negros y árabes, decidió hacer algo al respecto.
Mientras intento conservar mi sitio en la fila, estos cretinos siguen llegando.
Es lo que hacen, cada día, los empleados de la World Central Foods. Escapan como hormigas de sus cubículos y bajan aquí, al centro comercial. Todos vienen a por el nuevo refresco vitamínico ultra potente, (la edición dietética es mi preferida). Enseguida los corredores se llenan de personas, todas guiadas por el condicionamiento colectivo de comprar, a cualquier precio. Por lo menos desactivaron las puertas electrónicas, aunque sea durante el almuerzo, así no tendré que preocuparme por eso.
Las puertas están equipadas con sensor de metales y escáner térmico, para detectar problemas y enfermos. Hay dos guardias apostados a cada lado, así que mejor me mezclo entre la gente y miro al suelo. No puedo arriesgarme a que me reconozcan, eso atraería demasiada atención.
Ya entré, no fue tan difícil, aunque tengo el corazón en la boca. Pero ya es demasiado tarde para regresar, ya es tarde... ¡Uaooo!¡Eso sí que es belleza!
Siempre me maravillo viendo lo mismo, las enormes pantallas holográficas. Todo el tema con la tecnología es conseguir superarse minuto a minuto pero nadie ha podido superar a estas preciosuras. Tienen más de cuatro metros y, suspendidas en el aire, no ocupan espacio alguno, pero llenan cualquier área donde las proyecten. Y las cosas, las cosas se ven más nítidas y perfectas de lo que son en la vida real. Tan grandes y tan hermosas que te dan deseos de creerte toda la mierda que te intentan meter en el cerebro.
"No esperes más. Prueba la nueva bebida vitamínica. Bebe seguro. ¿Cansado después del trabajo? ¿Deprimido? Todos tus problemas desaparecerán luego de probar la nueva bebida vitamínica. Porque cuando bebes seguro, te sientes más seguro... Rebaja especial, compra la gama "beta". Ahorra tu dinero. Las impresoras 3D son la solución para conseguir tus sueños. ¿Problemas con el dinero? Compra la gama "beta". Disponible en cada establecimiento".
Cada tienda tiene una de esas máquinas apostada en la entrada, en su movimiento indetenible fabrican al instante modelos "beta" de los principales artículos que se exhiben tras las vidrieras. Así, quien no pueda costearse un original siempre puede echar mano de una réplica.
Últimamente el negocio de las impresoras se ha extendido sin control, no hay corporación que no haya metido sus zarpas en esto. No se conformaron con dispositivos electrónicos o prótesis, también le metieron a las medicinas y a los alimentos. En el mercado negro te encuentras armas de cualquier calibre, a muy buen precio. No digo que no me haya beneficiado con esto, pero una vez me regalaron un "beta" reloj, de estilo vintage con segundero analógico. Estaba roto antes de marcar las seis de ese mismo día.
La fila para el vitamínico no parece querer avanzar. Me pregunto quién será el dependiente el día de hoy. Seguro es el oscurito de rostro cetrino, ese que le dice a todo el mundo "señor" y se disculpa por cualquier cosa, incluso hasta por sonreír. Si es él, pasará un tiempo hasta que me toque el turno.
Mejor, así puedo pensar un poco más en esto que voy a hacer, para darme coraje. No. Reflexionar no me ayudaría. Mejor recordar, eso siempre me hace sentir mal y es lo que necesito en este momento.
Empezaré por el principio. Mi nombre es Richard Parker, soy una persona normal, como cualquier otra. Fui criado en el seno de una familia religiosa, por lo tanto creo en la vida después de la muerte y el aquello que encontraremos algo mejor del otro lado. No soy una persona grosera, a veces hablo de un modo demasiado franco y directo, pero sin doble intención.
Lo que sí soy es un profesional preparado y capaz, a pesar de que, mi plaza en la Central Foods sea en la unidad de segunda categoría, empaquetando vegetales transgénicos.
Este " desajuste profesional" no sucedió por casualidad. Todo empezó por mi mujer (bueno, mi ex). Siempre vivía repitiéndome:
"Richie, estás enfermo de simplismo y de falta de ambición, la vida es mucho más que simplemente seguir las reglas y esperar tu turno. A veces hay que tomar atajos".
Por eso se enfadó mucho conmigo luego que, tras calificarme para la categoría de senior consultant, lo que me conseguiría un puesto en el piso ventitrés (además de un jugoso bonus salarial), lo dejé escapar ante un imbécil ojos rasgados hijo de la gran mandarina.
El tipo era un completo idiota, nadie le entendía un carajo. Para colmo se la cogió conmigo. Me buscaba por todos lados, donde estuviera metido. Le gustaba restregarme en la cara lo que me había robado. Me hablaba pero yo solo oía un amasijo de consonantes batidas dentro de una sonrisa irónica.
Siempre me decía algo como:
"Palkel, amigo mío, eles buena pelsona, pelo eso no alcanza, hay que esfolzalze un poquito más".
Por supuesto que no tenía razón, en lo absoluto. Resulta que la Central Foods, víctima de una cadena de escándalos por acusaciones de abuso lascivo y discriminación, debía hacer una compensación moral a la comunidad asiática, por aquello de los chinitos quemados vivos en el West-End. Este tipo de cosas sucedían todo el tiempo (no lo de los chinos quemados, sino lo de la compensación moral). Nada podía hacer contra ello, solo hacerme a un lado y volver a esperar mi turno.
Mi mujer no lo entendió. Insistió, como sabía hacerlo cuando quería algo de veras. Me dijo que no me dejara vapulear de esa manera, que me tenían que respetar. Me decía:
"Richie, eres el modelo perfecto de ciudadano de clase media. No tienes infracciones de tránsito, compras todo a crédito y guardas tu dinero en el banco".
A estas cualidades añadía además: caucásico, inteligente, mayoritariamente de derecha y temeroso del Señor. Me lo repitió tantas veces que empecé a tomarlo en consideración. ¿Por qué no podía reclamar lo que me pertenecía por derecho? ¿Por qué esta vez no podía ponerme yo primero? Seguro todos lo entenderían. Así que decidí tomar el atajo.
Esto de mirar la vida en retrospectiva tiene su trampa. De repente tus propias acciones te parecen errores de lo más estúpidos. Puedes ver el momento exacto en que las cosas se empezaron a ir por la borda. Pero no hay manera de que le alertes a tu yo del pasado contra eso.
El sindicato me aconsejó demandar a la compañía. Me pareció excesivo pero ahora entiendo que solo buscaban la manera de sacar otra jugosa indemnización. Prácticamente me arrastraron a los tribunales. El asunto se polarizó bastante rápido. La prensa también hizo lo suyo. "Hombre blanco vs bestia corporativa", decía el titular, enterrado en una esquina del Daily, mi periódico favorito. Durante esos días hasta llegué a sentirme orgulloso.
Pero el clima político no era el adecuado, y jugar la carta del nacionalismo barato me salió bastante caro. Salí mal parado. Apenas pude conservar mi empleo, y me reasignaron a segunda categoría, allí donde ponen a los itinerantes.
La compañía me explicó, no sin muestras de condescendencia, que el juicio había afectado (un poco más), su imagen, y que debía asumir un por ciento del costo de los abogados que habían contratado para defenderse (para defenderse de mí). A partir de ese momento, en las pantallas de los cajeros, mi salario aparecía precedido de unos números negativos marcados en rojo.
Un solo paso en falso y mi mujer pasó a ser mi ex, mi apartamento en el centro devino en pocilga en los suburbios y mi superávit en deuda fiscal.
"Música alta. Video musical de la cantante Katie Spears".
¡Cuidado, muchacho! Ese niño por poco me pisa. Claro, si no ha parado de armarle perreta a su padre. Le tira del bajo del pantalón y le señala hacia la vidriera del shop de electrónicos. El padre intenta ignorarlo, hombre sensato.
¡Pero, qué fastidio! Cada vez ponen la música más alta, y qué tipo de musiquita. Miren a esa niña bailando delante de la gran proyección holográfica. Hace ademanes graciosos con las manos, mueve el pelo y sacude su cuerpecito menudo. Imita a la cantante de turno, esa que están poniendo ahora en la pantalla. No es de buenas costumbres permitir que una niña imite las maneras de una vagabunda pornográfica sin talento, pero esa es solo mi opinión.
La gente a su alrededor se divierte con el pequeño espectáculo. La madre parece un poco avergonzada. O a lo mejor se siente intimidada por ese grupo de árabes que aplauden y cantan con su hija. Todos trabajan aquí, los he visto, pero se comportan como escoria. Les gusta parecer agradables, pero en el fondo están siempre acechando, como carroñeros. Carroñeros de pelo engrasado y ojos taimados. Los padres no deberían traer a sus hijos aquí, podría ser peligroso. Pero ese es su problema, ya tengo suficiente con mis pensamientos.
Luego que mi mujer se marchara me sentí muy solo, como era de esperar. Todo el que me había apoyado parecía haberlo olvidado. Los mismos que me arengaron ahora preferían decirme un "te lo dije", en vez de un "estoy contigo".
Soy temeroso del Señor así que me refugié con fuerza en la religión. Un amigo de un amigo me recomendó a un culto de personas de fe, como yo. Muchas de ellas estaban en situaciones similares a la mía. Habían perdido algunas comodidades heredadas de su clase social y veían con desagrado como gente corriente las disfrutaba en su lugar.
Sin embargo eran un culto diferente. No se pasaban el tiempo rezando sino que estaban más en plan de "hagamos algo al respecto".
Solíamos reunirnos en lugares apartados, en contacto con la naturaleza. Allí manteníamos nuestro cuerpo en forma y aprendíamos procedimientos de supervivencia extrema. Me sentía genial, era algo así como ir de camping pero al límite. Por las noches se prendían fogatas y se hacían chistes sobre musulmanes y mexicanos. El cabecilla del grupo (o sea, el pastor), contaba anécdotas de su tiempo en el ejército y proponía planes para arreglar el mundo.
Se pronunciaba mucho la palabra traición.
"El Ministerio de Orden Interior informa: por favor, evite la compra de artículos de dudosa procedencia. Compre seguro... La Organización Nacional del Disparo exhorta a sus clientes a adquirir solo modelos certificados por sus fabricantes. Proteja a su familia, pero con calidad".
Este lugar está más lleno hoy que de costumbre, o son solo mis nervios. Creo que la gente me mira, ¿me habrán reconocido? Tuve buena cobertura en los medios pero la gente siempre olvida al caballo perdedor, y ya ha pasado un tiempo. No, no es conmigo. Sólo están en estupor, ansiosos por comprar el vitamínico.
Luego de la debacle que causó la última oleada del virus, la gente se cambió a la comida saludable, para mejorar sus anticuerpos, defensas y todo eso. La compañía captó la movida y empezaron a combinar componentes de las vacunas en las principales marcas de refresco. Lo lanzaron todo bajo el eslogan "drink healthy", y ahora todos estamos tomando Pepsi con grandes dosis de timerosal.
La producción se disparó y fue necesario contratar más mano de obra. Aquí entran los itinerantes, ya saben, gentuza de condición migratoria dudosa. A ellos se les paga menos y por eso gente honrada queda en la calle.
En el culto también habían encontrado una solución para eso.
El lugar está climatizado, pero aún así estoy sudando. Tengo escalofríos. Yo también soy adicto al refresco así que deben ser reacciones producto de eso. Aunque me dijeron que esto podría suceder. Debo procurar que nadie salga herido, solo quiero que se lleven un buen susto.
El niño le ha ganado la partida a su padre, ya regresan a la fila. El mocoso trae entre sus manos un Tablet Game Play y una gran sonrisa. Le durará una semana (tanto lo uno como lo otro), es un modelo "beta". La pequeña cantante parece que se cansó, ahora es ella la que señala hacia las vidrieras. Este no es sitio para niños. Hay mucha gente.
Ya estoy casi a punto de comprar. Debo esperar a que me llegue el turno y hacerlo delante del mostrador, que es hacia donde apuntan las cámaras.
¿Por qué creo que la gente se voltea a verme? ¿Estarán leyendo mis pensamientos? ¿Se me reflejará en la cara? ¿O estarán viendo algo que no consigo ver? ¿A lo mejor algo detrás de mí? ¡Tonterías, Richard! Concéntrate, recuerda, nadie debe salir herido, es solo un susto, un espectáculo. Ya es mi turno.
—¿Señor, lo va a llevar ultra reforzado o dietético, señor? ¿La hamburguesa, doble con queso o sencilla? ¿Patatas fritas...? Eh, señor, ¿no es usted...?
Sí, soy yo. ¡Ahora aprenderán a respetarme, voy a…!
—¡Pelo milen quién tenemos aquí! Amigos, atiendan todos. ¡Es el señol Palkel! Estlella de los medios. Vino a hacelnos visita a las instalaciones.
No, no puede ser, esa voz... ¡Ahora no! Pero sí, reconocería esa voz en cualquier lugar.
—¡Claro, señor! Disculpe, señor. Ya se me hacía su rostro conocido. Disculpe pero usted es el señor Parker, el que demandó a la compañía y luego cayó en desgracia. Pero trae usted uniforme, señor. ¿Volvieron a contratarlo? Disculpe por la indiscreción, señor.
—No, no lo han hecho. El amigo Palkel es un lomántico, o no ha aplendido la lección...
Tengo que girarme a enfrentarme con él, no va a volver a arruinar mis planes... Pero, si no está solo, ha venido con un grupo. ¡Dios mío! Parecen clones del original, todos con los ojos entrecerrados y la sonrisa irónica.
—Todavía lleva unifolme, Palkel. Eso es bastante leal, o bastante estúpido. Seguil con unifolme luego que lo despidielan como lo hicieron. ¿Acaso piensa el colega que lo van a dejal subil a las oficinas? ¿A lo mejol al piso ventitrés? Chicos, segulo clee que, accidentalmente aparecelá dinelo en taljeta a fin de mes? Ja,ja,ja.
»Como siemple le digo, Richie, amigo mío, eles buena pelsona, pelo eso no alcanza, hay que esfolzalze un poquito más. Ja,ja,ja,ja.
Todos se están riendo. Me miran y se ríen, me han descubierto. ¡A la mierda! No voy a dejar que se burlen de mí otra vez. ¡Aprenderán a respetarme!
—¡Bésenme todos las pelotas, hijos de la gran mandarina!
Quería disparar al aire cuando saqué la metralleta que escondía bajo el abrigo, pero el cañón de mi PS90 disparó a la multitud.
"De última hora: este mediodía, en la cafetería del centro comercial, perteneciente a las instalaciones de la World Central Foods, se produjo un ataque terrorista. Como resultado fallecieron nueve personas, entre ellos dos menores, otras decenas resultaron heridas. El autor del ataque fue identificado como Richard Parker, un exempleado de la compañía, que había sido separado por cuestiones éticas. Se conocía su afiliación a grupos de carácter extremista, racista y xenófobos. Ante esta tragedia, la comunidad asiática ha decidido presentar otra demanda contra la Central Foods, por lo que consideran otro crimen de odio contra sus integrantes, debido a que cuatro de los fallecidos eran de origen asiático. Este hecho se suma a la cadena de escándalos en los que se ha sumido la compañía desde el lanzamiento de la campaña "drink healthy" y que suma ya varios casos de adicción y trastornos del comportamiento."
"Y ahora, cambiamos de tema, la cantante..."